
Después de casi un siglo de su descubrimiento arqueológico, gracias a estudios recientes de los archivos documentales del siglo XVI, existen buenos argumentos para suponer que la ciudadela de Machu Picchu fue -como las pirámides de los faraones de Egipto o la tumba del emperador Chin Shi Huan de China- el lujoso y bien cuidado mausoleo del inca Pachakuteq, el fundador y primer emperador del Tawantinsuyu. Nadie duda de que se trataba de un santuario de rango superior levantado en un lugar privilegiado a siete u ocho jornadas a pie de la ciudad del Cusco. En Machu Picchu quedan los restos de edificios que estuvieron cubiertos de oro, presumiblemente con jardines de fantasía, ídolos y ofrendas, como los del templo del Qorikancha en el Cusco.
Quedan también otros templos y palacios, todos adyacentes y cuidadosamente construidos, cruzados por una red de finas fuentes de agua labradas en la roca, altares, observatorios cósmicos y múltiples espacios para el culto a los muertos, desde los que se puede gozar durante muchos días del año del espectáculo de los arcos iris que nacen y mueren muy cerca de los ojos. Se sitúa a 2 360 msnm y a unos 112 km por ferrocarril al norte de la ciudad del Cusco; es decir, a aproximadamente 1 000 m más abajo que esta, que está a 3 408 msnm.
No hay comentarios:
Publicar un comentario